En este artículo voy a explora el apasionante mundo de las relaciones dentro del BDSM y descubriré cómo una relación de Dominio añade una dimensión única que va más allá de cualquier otra experiencia con una persona.
He comprobado que una relación de dominio crea un vínculo donde la entrega y la autoridad se entrelazan de manera intensa, creando una conexión profunda y especial que desafía las convenciones tradicionales que había vivido con anterioridad.
¿Estás listo para descubrir lo extraordinario en una relación de Dominio en el BDSM?
Los dos deseos inquebrantables que buscas incansablemente en una relación basada en la igualdad.
Mientras que una relación igualitaria se caracteriza por la armonía de niveles, la conexión en una relación de Propiedad se define por dos deseos: el anhelo de dominación y la búsqueda de sumisión.
Ahora, te preguntarás: ¿Cómo se satisfacen estos deseos dentro de la pareja?
En primer lugar, a través de una dinámica jerárquica de propiedad que se aparta de las convenciones de las relaciones tradicionales.
En segundo lugar, mediante la exploración de prácticas que solo cobran vida en el contexto de esta relación única de Propiedad.
Levi Kamel, el autor del artículo “Sexo de cuero: aspectos significativos del sadomasoquismo gay”, destaca cuatro elementos centrales que alimentan estos impulsos de dominio y sumisión: la sujeción, la humillación, la masculinidad y el miedo.
Si bien estos cuatro puntos son fundamentales según Kamel, quiero señalar que estos cuatro elementos se dan en muy pocas relaciones de dominio. Veamos por qué .
La sumisión masculina
Es esencial esclarecer los significados atribuidos a los binomios "masculino/femenino" y "dominación/sumisión" dentro de las relaciones entre hombres.
Desde los inicios de la Vieja Guardia, la dominación entre hombres ha pretendido encarnar encuentros entre hombres auténticos. En este contexto, el BDSM podría considerarse la expresión más extrema de estas interacciones genuinas entre hombres.
A nivel social, la dominación se asocia comúnmente con lo masculino, mientras que la sumisión se vincula con lo femenino. Sin embargo, en el mundo de los hombres de cuero, la sumisión dista de representar lo femenino.
Se observa a menudo que la emasculación (eliminación de los genitales) o el travestismo se utilizan como formas de humillación. En este sentido, la feminización podría desvirtuar por completo el significado de la sumisión masculina.
En el contexto de la masculinidad proyectada por ambas partes, el Amo asume el papel dominante, mientras que el esclavo se somete.
Aunque esto pueda considerarse un juego, es esencial la convergencia de los cuatro elementos previamente mencionados, elementos que solo se manifiestan plenamente en una relación de transferencia de poder.
Estos elementos son los siguientes:
1. La sujeción: Lograda a través del bondage, implica la inmovilización que intensifica la experiencia.
2. La humillación: Se manifiesta mediante el lenguaje, la degradación física o, simplemente, a través de la mirada, proporcionando una dimensión psicológica profunda.
3. La masculinidad: Se refleja en la actitud y, en ocasiones, en la brutalidad, contribuyendo a la construcción de la dinámica de poder.
4. El miedo: Se despierta a través de la amenaza de castigo y el dolor, generando una tensión emocional que subraya la naturaleza intensa de la relación.
En este análisis detallado, queda claro que estos elementos convergen de manera profunda, dando forma a una experiencia que va más allá de un simple juego, destacando la complejidad de las relaciones dentro del marco de la transferencia de poder.
1. Sujeción: El establecimiento de roles
El establecimiento de roles distintos y polarizados es esencial para que exista una relación de dominio.
Estos roles son elegidos desde la más absoluta libertad. Las ataduras de Victoria Abril en la película Átame, no crean ninguna relación de dominio, a pesar del profundo amor que Antonio Banderas dice albergar hacia ella.
Ahora bien, aceptar el rol que cada uno elige libremente no siempre es fácil. Aunque me centraré en las dificultades que tiene el esclavo, quiero señalar que también existen para el Amo.
Confrontar su deseo de ser sometido es desafiante para el esclavo, sobre todo cuando vive en un entorno donde se siente poderoso, ya sea laboralmente o dentro de una relación convencional.
El esclavo real necesita la sujeción para adentrarse en ese estado mental que le es propio y al que no puede, ni desea, renunciar. A menudo, la simple visión de unas cuerdas o unas cadenas alrededor del cuello de una estatua, pueden obsesionarle como si recordara una vieja canción que tenía olvidada.
Sin embargo, aceptar el rol no significa que no se produzcan contradicciones internas. Una vez que el esclavo asume su rol, puede llegar a enojarse con el Amo cuando el malestar es insoportable.
Quiero señalar que esta aparente rebelión no diluye en ningún momento su deseo de someterse. Entonces, el esclavo puede mirar desafiante al Amo o intentar zafarse de la atadura o, incluso, defenderse dando patadas. Es decir, se resiste a aceptar el rol que le corresponde. Aunque en su mente tenga claro su lugar, cuando llega la hora de la verdad, no basta con la intención de someterse, sino que debe ir más allá.
Por eso, la sujeción con cuerdas o grilletes, es tan importante. El bondage sirve para establecer roles, para privar al esclavo de movimientos y para dar poder al Amo. A través de la sujeción, el esclavo cede su libertad a otro hombre.
Existe también la sujeción mental sin grilletes. Pero ésta es difícil de mantener en una situación estresante. El esclavo sabe que si se escapa o deja la presencia del Amo recibirá un castigo mayor. Sin embargo, ninguna sujeción mental es comparable a unos grilletes de acero.
Otro ejemplo de aparente contradicción: el esclavo desea sentir el aislamiento prolongado de una máscara de cuero, pero ¿qué va a pasar cuando se sienta agobiado y desee que ese aislamiento termine?
¿Hará lo posible por zafarse de la máscara? ¿Ha desaparecido el el deseo de sentirse humillado? ¿Cómo mantener el rol asignado?
A través de una máscara cuya hebilla permita colocar un candado.
Así es cómo las ataduras físicas o psicológicas ayudan a establecer y conservar los roles.
Quiero señalar que el esclavo siempre tiene el poder de liberarse de inmediato a través del uso de las palabras de seguridad, algo que Victoria Abril no tenía, por ejemplo.
2. Humillación: La interpretación del rol
Una vez que se han asignado los roles, surge una pregunta: ¿cómo se ejercen los respectivos roles dentro de la relación?
Aquí de nuevo nos encontramos con un protocolo imposible de seguir en una relación romántica que niega la jerarquía y basada en la igualdad.
Cuando la humillación se convierte en abuso
Sin embargo, existe humillación no deseada en las relaciones convencionales. Quiero decir que no es difícil encontrar sentimientos de humillación dentro de las relaciones normativas o no.
Dentro de una relación de domino, a menudo, el deseo de satisfacer estos deseos pueden terminar en casos de abuso. Recibí una consulta de un chico que sufría abuso de su compañero de piso (hetero) porque él debía ejecutar todas las tareas domésticas. Me preguntaba si debía aceptar ese tipo de humillación ya que él se consideraba sumiso. Le dije que buscara un nuevo compañero de piso cuanto antes.
Sin embargo, en una auténtica relación de Dominio la humillación solo es el medio en el que cada uno ejerce su respectivo rol. En este sentido, y como señala Levy Kamel, los masoquistas se comportan como esclavos y los Amos como sádicos cuando realizan actos de humillación.
La humillación verbal
Existen muchos métodos para dar una lección de humildad a un esclavo. Uno de los más frecuentes es la humillación verbal, sin embargo este tipo de humillación nunca me atrajo lo suficiente.
Reconozco que es un asunto delicado el uso de nombres degradantes como “comepollas” o “puta despreciable” ¿Por qué? Porque no todos los términos degradantes son eróticos para ambas partes. Y lo que a uno le excita decir no siempre coincide con lo que al otro le excita escuchar. En este sentido, son necesarios varios encuentros y discusiones antes de que el Amo acierte con las palabras adecuadas para su esclavo.
Es significativo el ejemplo que pone Kamel en su artículo:
“Finalmente descubrí, tras dos años con Frank, que le encanta que le llamen “comerrabos”. Me pongo sobre él, le pellizco en el cuello para sepa quién manda y digo: “Sácala, comerrabos”. Entonces se corre antes que yo.”
Al mismo tiempo, esa interacción verbal, pensada para degradar al esclavo es una oportunidad para imponer la autoridad.
Especialmente, me gusta humillar al esclavo hablando coloquialmente, de forma natural y fluida, evitando la impostura de un lenguaje artificial que me suena teatrero y falso. Al mismo tiempo, otros buscan intencionadamente esa teatralidad para satisfacer su deseo de sentirse humillados. Como dije antes, hacen falta años para alcanzar ese grado de compenetración que satisfaga a ambos en una relación de Dominio.
Me contaba un esclavo que rompió la relación con su Amo porque no pudo evitar faltarle al respeto a su Superior ante un comportamiento verbal humillante del Amo que él consideraba inaceptable. “No soporto que alguien me trate como si fuera idiota”. El Amo no le perdonó su falta de humildad y la relación terminó.
Pienso que este tipo de desencuentros son inevitables en todo entrenamiento. Como Amo, creo que es preciso mantener la calma y la flexibilidad, antes de romper un vínculo satisfactorio. Lograr la habilidad necesaria para transformar estas situaciones de conflicto en parte del aprendizaje me parece la solución más sensata.
La humillación animal
Otra variedad de degradación es la emasculación y deshumanización del esclavo, tratándolo directamente como un perro.
Conecto de una forma más directa con este tipo de humillación que con el abuso verbal. Llevar dispositivo de castidad, lamer las botas del Amo, llevar collar o ser obligado a comer en un bol de perro son estrategias que me causan mucho placer.
Recuerdo cuando mi esclavo se rebeló ante el mandato de comer en un bol lo que le había preparado y, para colmo, quiso marcharse de forma repentina. Ahí aprendí que cuando el Amo se siente herido en su orgullo por una desobediencia, ese dolor está más relacionado con su propia seguridad como Amo que con el “imperdonable error” del esclavo.
Los juegos de agua
Otra forma de humillación consiste en marcar al esclavo con la micción.
Mear sobre el esclavo tiene el propósito de degradar al esclavo y exaltar al Amo. El uso del esclavo como WC que recibe la micción sobre su propio cuerpo simboliza ser humillado, usado y despreciado.
Me escribía un esclavo que era muy reacio al uso de la humillación porque la veía con las connotaciones negativas que tiene actualmente y que tras leer este artículo su visión cambió.
3. Masculinidad: La definición del rol
Una vez que se han asignado y definido como se ejercen dichos roles en una relación de dominio, voy a hablar del tercer elemento: la masculinidad.
Dije antes que dentro de las relaciones entre hombres la sumisión no se corresponde con lo femenino.
En este post hablé del origen de la Vieja Guardia. Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los motociclistas de la "Vieja Guardia" del Ejército encontraron refugio en la subcultura del cuero. Equipados con motocicletas militares, estos hombres se convirtieron en una mezcla de rebeldes y amantes del BDSM, dando origen al término "Old Guard".
Inicialmente estos hombres se reunían en bares de motociclistas, luego surgieron las "barras de cuero" donde compartían su pasión por el sexo duro y sin contemplaciones. Estos lugares, a principios de los 50, marcaron el comienzo de la moda de cuero, inicialmente usado como protección en accidentes de motocicletas y luego asociado con la masculinidad y la fuerza.
En el BDSM el cuero puede constituir un símbolo poderoso de masculinidad. El cuero habla del estilo camionero, leñador, o militar, de la brutalidad y de la imagen del macho que tan hábilmente dibujó Tom de Finlandia.
El grado de importancia del cuero depende de cada cual. Para algunos hombres el aspecto del cuero es lo que lo hace atrayente, otros no se vestirían nunca así, pero se sienten atraídos cuando lo llevan otros hombres. El grado de importancia del cuero depende en gran medida de la situación, de qué objeto de cuero sea o de cómo se utilice ese objeto. Estoy hablando de cockrings, suspensorios, cinturones, botas, látigos, arneses, para sujetar, amenazar o controlar.
A menudo la excitación del esclavo solo es causada porque otro hombre le ha ordenado realizar una acción. No es una petición, sino una orden y una exigencia. La petición sería lo habitual en una relación igualitaria. A diferencia de una petición que puede rechazarse, una orden no admite discusión alguna.
A menudo, su excitación se debe a la voz imperiosa, al poder que emana del Amo. Porque si esa misma orden proviniera de otra persona el efecto sería totalmente distinto, generando un conflicto de autoridad.
Quiero decir que la excitación no la causa el cuero o el acto concreto que debe ejecutar. Eso es secundario. Lo importante es que ha recibido una orden. Como ocurría en la estricta forma de vida militar y que tanto añoraban los hombres que crearon la Vieja Guarda.
4. Miedo: la conservación del rol
Hasta ahora hemos visto los tres elementos que configuran una relación de dominio:
1. Establecimiento de roles marcados.
2. Como se ejercen esos roles a través de la humillación.
3. El papel de la masculinidad a la hora de definir la autoridad.
Ahora cabe hacerse una pregunta:
¿Cómo se mantienen los roles en una relación de dominio?
Los tres elementos analizados hasta ahora (sujeción, humillación y masculinidad) dejan en evidencia una verdad: una relación de dominio no es el producto de una confusión entre dolor y placer, sino más bien una redefinición de dolor, como señala Levy Kamel.
Por lo general un Amo no siente placer al causar dolor por el mero hecho de producirlo. Y tampoco es placentero si su esclavo no comparte esta definición del dolor.
Por ejemplo, si piso el pie de mi esclavo por un descuido, no solo no obtengo ningún placer sino que pido disculpas, porque ese gesto no tiene un propósito humillante ni tampoco intención erótica.
El dolor dentro de una relación de dominio se define de manera diferente porque el dolor es una estrategia para que los miembros de la pareja conserven sus roles de Amo y esclavo. Es decir, el dolor es un medio para alcanzar un fin.
Mi esclavo confesó en una ocasión que la incertidumbre de lo que va a pasar con él cuando está conmigo es un miedo que le mantiene en su estado mental de sumisión.
La fusta, por ejemplo, adopta un significado amenazador y cuando lo ve en mi mano significa quién manda. Ni siquiera hace falta que haga un uso concreto para que los roles de ambos se mantengan.
Quiero repetir que la administración del dolor no se define como hacer daño al esclavo sino como una estrategia para dominarle. Y aquí es importante señalar que el grado de dolor deseable, o el que el esclavo puede aceptar, no es lo principal.
La sumisión de un esclavo que tiene baja tolerancia al dolor puede significar una mayor entrega que aquel que es masoquista y experto en gestionarlo.
Mi forma favorita de dar dolor es el spank y diez azotes a un esclavo no masoquista pueden resultar más placenteros que veinte a uno que sí lo es.
Un amo experto no es tanto alguien que sabe cómo aplicar el dolor, sino aquel que es capaz de inculcar temor a través de la amenaza de recibirlo.
Reconozco que todo lo que sé sobre cómo administrar dolor me lo han enseñado mis esclavos. Recuerdo, al principio de ejercer como Amo, a un esclavo que era experto en recibir azotes y que me enseñó grandes lecciones sobre cómo administrarlos. Nunca olvidaré a ese esclavo y la humildad que demostró al enseñarme cómo azotarle.
Conclusión
Para concluir, es importante destacar que el modelo de relación abordado en este artículo se aplica únicamente a una minoría de personas, y todos los participantes en este tipo de relaciones somos conscientes de ello.
La introducción ocasional de juegos BDSM en las relaciones convencionales no guarda relación con el contenido de este artículo. Películas controvertidas, como la serie cinematográfica "Sombras de Grey", han popularizado y trivializado las dinámicas de dominación de una manera que no contribuye en absoluto a la salud positiva del BDSM consciente que se aborda aquí.
Un aspecto fundamental de esta conciencia es la instauración de normas claras en cuanto al contacto, la conducta y las relaciones, las cuales serán detalladas en un próximo artículo.
Es importante señalar que este tipo de normas, que fomentan el consentimiento y la transparencia, contrastan notablemente con las relaciones igualitarias, donde a menudo se encuentran dinámicas de poder no consensuado que solo generan conflicto y malestar, como he mencionado con anterioridad.
Estas normas desempeñan un papel crucial en la gestión exitosa de la forma en que nos relacionamos y amamos dentro del BDSM, marcando una diferencia significativa respecto a las relaciones generales en la sociedad.
En mi próximo artículo, exploraré en profundidad estas normas, las cuales definen de manera precisa el propósito de las relaciones de dominio.
Buenas tardes, Señor,
ResponderEliminarEl esclavo quisiera agradecer al Amo toda la información que el Amo ha decidido compartir con Sus lectores, Señor.
El esclavo ha estado en una relación más vainilla con un Dom, y a pesar de las cosas buenas que ha experimentado, le han quedado cosas que le faltaban, Señor.
El esclavo ha hecho la compra, ha cocinado, ha limpiado, ha ayudado con alguna pequeña obra, y esas acciones se convirtieron en parte de la rutina del momento del esclavo, Señor.
Aunque al esclavo no le gusta la dominación financiera y tampoco le sobraba el dinero, lo ha gastado por su cuenta para su Dom y nunca le ha pedido nada de vuelta, Señor.
El esclavo es gay y no le atraen las mujeres, pero además nota que a su entender les falta algo para poder ser Su esclavo, Señor, y el esclavo no se refiere implícitamente a los órganos sexuales, Señor.
Al esclavo tampoco le atrae la dominación de un hombre hacia una mujer, Señor, al esclavo le atrae la dominación de un hombre sobre otro hombre, teóricamente igual, Señor.
Al esclavo le gusta que el Amo le practique bondage y así sentirse indefenso, Señor, aunque el esclavo no sea suficientemente flexible como para disfrutar de todas las posibilidades, Señor.
El esclavo reconoce que por su físico hay posiciones que le causan dolor, Amo, y que en esas situaciones es casi seguro que termine gritando o diciendo cualquier cosa, Amo.
El esclavo también disfruta con la sujeción mental, Amo, pero reconoce que a veces le cuesta muchísimo mantener el autocontrol suficiente.
El esclavo adora las máscaras, Amo, pero normalmente necesita respirar por la boca y el calor le llega a agobiar e incluso despertar cierta sensación de claustrofobia, Amo.
El esclavo sería feliz de que el Amo lo pusiera en bondage, y más aún si el Amo le forzase a superar sus límites por la fuerza o mediante ánimos o distracciones, Amo, y lograr que el esclavo tenga la palabra de seguridad en la boca pero sin decirla, Amo.
El esclavo no tiene mucha experiencia con la humillación verbal, Amo, y a menudo le ha disgustado, pero está dispuesto a soportar la que el Amo quisiera usar con el esclavo.
ResponderEliminarEl esclavo piensa que la humillación verbal puede ayudar al Amo a destruir el ego del esclavo, Amo.
El esclavo se excita pensando en la humillación animal por parte del Amo, y ser Su obediente esclavo perro. El esclavo ya lleva dispositivo de castidad, que desearía que pudiera controlar por completo el Amo, e incluso que se lo pusiera el Amo, aunque llevarlo puesto y entregar las llaves al Amo es muy excitante.
Al esclavo le encantaría lamer las botas del Amo, llevar Su collar y ser obligado a comer de un bol, Amo.
El esclavo ha realizado alguna vez juegos de agua, Amo, ha sido meado una vez sobre la cabeza y ha bebido un par de veces los meos de dos Señores, Amo.
Al esclavo no le gusta la idea de beber meos, pero bebería los del Amo si se lo ordena.
El esclavo cree que es masculino, Amo, y adora la masculinidad del Amo, la cual intenta reflejar como si pudiera apropiarse de ella, Amo, sabiendo que la masculinidad propia del esclavo no es sino una pálida comparación casi traslúcida.
Al esclavo le atrae mucho la masculinidad del cuero, Amo.
El esclavo no es masoquista, Amo, ha conocido a algún hombre masoquista y se ha quedado asombrado de la capacidad de aguantar, gestionar e incluso disfrutar del dolor, Amo.
El esclavo es bastante sensible al dolor, Amo, e incluso la descripción de una operación casi le desmaya una vez. El esclavo piensa que tiene demasiada empatía de ese estilo, Amo.
Pero el esclavo se ofrece en todo lo que pueda aguantar al Amo, para que lo eduque, corrija, entrene o simplemente para el desahogo o la satisfacción del Amo.
Aunque el esclavo sienta miedo y nervios por ello, Amo.
En caso de castigo, el esclavo le rogaría al Amo que lo atara o encadenara, de modo que el dolor o el miedo no le hiciera huir o, peor aún, intentar defenderse, Amo.
El esclavo lamenta haber escrito todo lo anterior como cosas desde el punto de vista del esclavo, Amo, ya que es el disfrute del Amo lo que realmente importa.
Pero el esclavo ha leído que el Amo quiere conocer los pensamientos y sentimientos del esclavo para mejorarlo, Amo.
El esclavo sería muy feliz si el Amo decidiera publicar más entradas en Su blog, Amo.
Muchas gracias, Amo.