Los cuatro deberes del esclavo deberían estar siempre en la cabeza de cualquier sumiso. Sin embargo no conozco a ninguno que me hubiera enumerado estas cuatro reglas.
Desde que lo leí en un libro de Jay Wiseman, me gusta, al inicio de una sesión, cuando el esclavo está arrodillado a mis pies, hacerle una pregunta: ¿Para qué estás aquí?
Me he encontrado con todo tipo de respuestas, y cada una de ellas expresa un nivel de conciencia distinto. Sé que el esclavo necesita tiempo para entrar en el rol de sumiso, sobre todo si es la primera vez que está con un Amo, o si tiene poca experiencia.
Como a Wiseman, mi pregunta les coge desprevenidos, sobre todo a los que creen que sólo han venido a dejarse llevar y a dejar que sea yo el que “haga” o “deshaga”.
Es cierto que yo no espero que me digan de carrerilla los cuatro deberes del esclavo, sino una respuesta del tipo "para obedecerte" o "para lo que mandes" (esa respuesta la recibí en una ocasión y me sentí afortunado). Si la respuesta es de otro tipo al que espero, y si percibo cierta ansiedad por "comenzar" cuanto antes, pienso que debemos hablar más de la sesión o de lo que nos traemos entre manos.
Una respuesta distante suele indicar que el esclavo es excesivamente egoísta, o que piensa que está haciéndome un favor sometiéndose, o indica de alguna otra manera no explícita, pero no menos evidente, que no deberíamos iniciar ningún tipo de actividad juntos.
Recuerdo una vez que el sumiso me esperaba en el lugar acordado con gafas de sol puestas y que no se las quitó, con gesto condescendiente, hasta que yo se lo dije. Enseguida percibí que aquél tipo no era el esclavo que yo necesitaba, pero como había respondido bien en nuestra relación virtual decidí seguir adelante y darle una oportunidad.
A éste no le pregunté sobre los deberes del esclavo y lamenté haberlo llevado a casa porque me vi obligado a interrumpir la sesión. La frustración fue grande, pero un Dominante que no es capaz de abandonar una sesión a tiempo solo porque lo arrastra su deseo, no es un buen Amo.
Sin embargo, además de enumerarle los deberes del esclavo, en más de una ocasión he tenido que recordar al esclavo una verdad esencial: El dominante no está ahí para complacer al sumiso. El sumiso está ahí para complacer al dominante.
Los esclavos necesitan el adiestramiento y se benefician de él. En el momento en el que un Amo decide educarlos comienza su deuda y su gratitud hacia quien se ocupa de ellos. Una deuda difícil de saldar pero que el esclavo puede amortizar, minuto a minuto, a través de la obediencia y el respeto.
¿Cuales son los deberes del esclavo?
Los cuatro deberes del esclavo son los siguientes:
- Servir mis necesidades
- Obedecer mis órdenes
- Aceptar mi dominación
- Complacer mis deseos
Un esclavo que ha decidido ceder su control a un Dominante debe hacer un trabajo de conciencia antes de ponerse bajo las órdenes de su Amo. El esclavo debe tener claro que su decisión de someterse no es una urgencia de carácter sexual. Aceptar esta realidad no es fácil pues un esclavo no tiene necesidades de ningún tipo (sexuales tampoco) cuando está siendo sometido.
Someterse es ceder el control. El deber básico y fundamental de un esclavo ético es ceder tanto control como sea posible a su Amo en relación con lo que ocurre durante la sesión, durante el fin de semana, o durante todo el tiempo que dure la relación.
La decisión de ceder el control no la determina la apetencia del esclavo, ni la excitación, ni siquiera el deseo de obedecer. La raíz de esa decisión se asienta en la naturaleza del esclavo y en el profundo compromiso con su esencia sumisa.
Lo que define una relación D/s es el equilibrio. De esta manera si alguien cede el control otro debe tomar ese control. No tiene sentido dar si nadie recibe. Este deseo de cesión de poder por parte del sumiso, y este deseo de aceptarlo por parte del dominante es la esencia mágica y catalizadora del BDSM y a partir del cual fluye todo lo demás.
Siguiendo a Wiseman, y adaptando lo que él dice a mi propia experiencia, voy a profundizar en cada una de los deberes del esclavo:
1. SERVIR MIS NECESIDADES:
Esto se refiere a hacer tareas menores que faciliten la vida al Amo, como encender la luz, traer agua, bajar el volumen de la música, etc. La función principal de un esclavo es contribuir al bienestar y a la felicidad del Amo.
Desde mi propio concepto de dominio, el esclavo es una prolongación del Amo. Un instrumento del que obtiene placer y goce y un instrumento en el que deposita tareas ingratas. En la serie de novelas Canción de Hielo y Fuego, en la que se basa la serie de televisión Juego de Tronos, tienen una costumbre que me gusta mucho: cuando el niño príncipe debe ser castigado, la disciplina la recibe un criado niño en su lugar.
Este servicio a las necesidades puede ir más allá de la sesión, si los dos están involucrados en una relación BDSM. Los esclavos pueden cocinar, limpiar la casa, hacer la compra, en definitiva librar al Amo de este tipo de tareas diarias. Muchas esclavos comprenden de forma intuitiva que su función es proporcionar a su Amo tanto tiempo libre como le sea posible, para emplearlo como él desee. También hay esclavos que no sienten que hacer las tareas domésticas sea uno de los deberes del esclavo.
Un Amo sabio sabe dos cosas acerca de los servicios que recibe de su esclavo:
I. En este mundo se da muy poco de una forma totalmente libre e incondicional. Por lo general nos mueve el interés. La mayoría de las personas (y los esclavos son personas, aunque algunos busquen que se les trate como subhumanos) esperan algo a cambio de lo que dan. Un esclavo lo que desea es que el Amo siga siendo su Amo. Un Amo responsable sabe que un regalo de su esclavo establece un vínculo emocional que no se ve pero que realmente existe.
Una vez vino a casa un esclavo que acababa de conocer con una botella de vino y bombones. Recuerdo que me sentí invadido por la generosidad de alguien a quien apenas conocía. Un Amo responsable no acepta regalos importantes de su esclavo a no ser que desee establecer una relación profunda con él.
II. Nunca debe un Amo convertirse en dependiente de un esclavo. Como muestra brillantemente la película El sirviente de Joseph Losey, hay dos peligros en ser servido:
Un hombre no necesita que se le cuide tanto. Como en la película de Losey, el Señor tiende a ser blando, vago y consentido. La decadencia de su vida comenzó cuando contrató a su sirviente.
Aceptar bienes de mucho valor puede hacerte dependiente de esos bienes. Como Amo puedo aceptar bienes siempre que no me haga dependiente de ellos. Nunca aceptaría que un esclavo me pagara el alquiler o la factura de la luz. Existen los llamados Amo Cash que buscan monetizar su labor de dominio. Existe el riesgo de ser víctima de un esclavo adinerado, que utilice su dinero para manipular sutilmente a su Dominante.
Cuanto más ordenada sea la vida del Amo, mejor ejercerá su dominio. La madurez es un valor importante a la hora de ser un Amo respetado y responsable. Un Amo joven puede ser poco serio si buscara un esclavo rico para que le compre la PS4. Un Amo sabio sabe diferenciar el dominio del abuso.
2. OBEDECER MIS ÓRDENES:
Ceder el control es la esencia de la sumisión. Someterse es acceder a obedecer. El esclavo necesita examinar en profundidad cómo se siente al obedecer las órdenes de un Amo. No es lo mismo imaginar una fantasía que experimentar una realidad. En la fantasía el sumiso se siente completamente seguro pues la humillación que puede sentir al obedecer está controlada por él mismo. Es probable que el esclavo busque reproducir en el mundo real la vivencia de una fantasía, pero la realidad es otra cosa. Si el esclavo se siente bien al ser mandado es buena señal, si recibe mal las órdenes dadas por el Amo necesita preguntarse a sí mismo por qué lo hace y si de verdad quiere hacerlo.
El Amo tiene todo el derecho de esperar del sumiso una obediencia rápida y de buena fe. Las órdenes deben ser cumplidas sin dilaciones ni titubeos y con gusto. Para el esclavo servir al Amo es una satisfacción, pues estar a las órdenes de un Amo le permite realizarse como ser inferior y por esa razón da en todo momento lo mejor de sí mismo.
Si las órdenes no son cumplidas con rapidez y con gusto, el Amo se verá obligado a evaluar la situación y cuestionarse si el esclavo realmente desea obedecer. Este es un momento crucial en una relación. Como Amo me he visto obligado a romper la relación de dominio cuando he comprobado que quien tengo delante no es un esclavo sino un individuo que busca su placer haciéndose llamar perro.
Recuerdo una ocasión que me traje a casa a un cachorro que acababa de conocer. Cuando lo puse de rodillas en el suelo me preguntó que cuando podía sentarse en el sofá. En ese momento le quité el collar y le pedí que se vistiera y se marchara. Me sentí como si hubiera traído a casa una maleta que no era mía.
Cuando se le ordena al esclavo hacer algo que no quiere hacer, se revelará cuán importante es ser sumiso para ese esclavo y cuanto honra la relación con su Amo. Hay muchos esclavos que solo aceptan obedecer cuando las acciones que realizan son las que les gusta hacer y quieren hacer. Hay muchos grados de sumisión y entiendo que también habrá muchos grados de dominio. Lo importante es conseguir el equilibrio en los términos que satisfagan a ambos miembros de la relación.
Ofrecer lo que no cuesta dar no es una entrega auténtica. Quiero conocer los gustos y apetencias del esclavo para poder controlar su propio placer. Si a un esclavo le gusta lamer pies y le ofrezco los míos debe saber en todo momento que permitírselo hacer es un regalo antes que una forma de humillarlo. Me gusta sentir la lengua del esclavo en mis pies. Pero no elijo a un esclavo en función de sus propios fetiches sino por la actitud que muestra y su deseo profundo de obedecer.
Yo como Amo es probable que quiera algo que no vaya con el esclavo. Este es, de alguna manera un momento crucial e importante para el esclavo. Si la sumisión es auténtica y lo que yo quiero no es dañino, inseguro o viola alguno de los límites previamente pactados, entonces el esclavo intentará hacerlo lo menos posible, con gracia y diligencia. Y el placer que obtendré será mucho mayor y más gratificante que si obedece sólo porque le gusta hacer lo que le pido. Un esclavo, que respete de una forma auténtica su relación de dominio, se fortalecerá como esclavo a medida que complace a su Amo.
El esclavo que resiste el dolor, el miedo, el disgusto o la humillación, o una combinación de ellos, sin ninguna otra razón que complacer al Amo, esta demostrando su integridad y la importancia de su relación con ese Amo, y es por lo tanto merecedor de un sentimiento de mucho orgullo. Yo como Amo, resto profundamente a ese esclavo, y sólo le pediré que soporte tales pruebas si quiero una relación profunda y comprometida.
3. ACEPTAR MI DOMINACIÓN
Si obedecer mis ordenes es básicamente aceptar lo que digo al esclavo, en especial lo que se refiere a la obediencia, entonces aceptar mi dominación es básicamente aceptar lo que hago al esclavo.
Esto puede ser particularmente importante en lo que se refiere a la aceptación del dolor. Excepto si se ha excluido con especificación en las negociaciones previas, una cierta cantidad de dolor (a veces una cantidad considerable) suele ir implícita en el hecho de someterse.
Sujeto a las negociaciones previas a la sesión y a los límites, yo, como dominante tengo derecho a tocar el cuerpo del esclavo donde me plazca y de la forma que quiera. Tengo derecho de pellizcarle, azotarle, o flagelarle. Tengo el derecho de atarle, empujarle hacia donde debe ir. Una vez que la sesión ha comenzado, yo no tengo que justificar por qué quiero darle dolor. El hecho de que lo quiera dar es todo lo que debe saber el esclavo. Su trabajo como sumiso es aceptarlo como mejor pueda.
4. COMPLACER MIS DESEOS
No es lo mismo satisfacer una necesidad que complacer un deseo. Servir una vaso de agua es un servicio que debe cumplirse o yo, como Amo, experimentaré una necesidad, la sed. En cambio recibir un masaje en los pies no es una necesidad, que me coman el rabo tampoco es una necesidad sino un deseo. Satisfacer los deseos del Amo suele ser más divertido que satisfacer sus necesidades. Siempre de acuerdo con los acuerdos establecidos, un buen esclavo se formará en aquellas disciplinas que sean necesarias para satisfacer de la mejor manera posible los deseos de su Amo. En este sentido un esclavo tal vez deba aprender a dar masajes o cocinar, si con eso satisface mejor a su Propietario.
En la antigua Roma, los esclavos eran confidentes de sus Amos, a veces incluso consejeros. El Señor sabía que no debía temer por la falta de confidencialidad pues el esclavo le proporcionaba un espacio de intimidad que no podía darle ningún otro ser humano.
Complacer los deseos puede conllevar actividades SM. Tal vez el esclavo quiera saber por qué el Amo quiere azotarle o torturarle, si no ha cometido ningún delito. Mi respuesta como Amo es la siguiente: porque me apetece hacerlo, no hay otra razón. Si esta respuesta no es buena para el esclavo entonces debería preguntarse qué está haciendo sometiéndose ante un Amo.
Yo soy un Amo muy afectivo y cariñoso, y disfruto tanto besando como torturando. Sé que hay esclavos que no concilian bien estos contrarios y se preguntan por qué les abrazo si antes les he azotado. Para mi es un placer como cualquier otro abrazar a mi esclavo.
dolor-miedo-disgusto-humillación
Para terminar este largo artículo, quiero recordar las cuatro emociones que debe resistir el esclavo porque es importante que no las olvide y que las lleve siempre en su mente como si fueran cuatro eslabones de su cadena: dolor-miedo-disgusto-humillación.
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