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Por qué la castidad es uno de los pilares de la esclavitud



En una relación D/s, el esclavo recibe un doble beneficio a través del control que se ejerce sobre él. 

Por un lado obtiene una retribución directa al ser remitido, inexorablemente, a ocupar el sitio que le corresponde, un lugar que el sumiso, si es inexperto, tiende a abandonar si no se le recuerda, de forma continua, que carece de derechos y libertades. 

Por otro lado, a través de lo que yo llamo el efecto espejo, el sumiso siente un reflejo de la alegría que experimenta su Dueño, cuando éste recibe el servicio de su esclavo. 

El dominio puede ejercerse en muchos aspectos de la vida del sumiso, pero, desde mi punto de vista, ningún control ofrece tantos beneficios para el esclavo como el estricto control de la castidad. Este control, como cualquier otro, debe estar acordado con el sumiso. No se trata de suprimir el orgasmo en la vida del sumiso, sino de controlar cuando puede hacerlo o cuando debe hacerlo, quiera o no.

Hay sumisos que han nacido para ser castos, y que, al ser privados del desahogo que les supone ordeñarse con orgasmo y asiduidad, encuentran su goce en el progresivo aumento de su sensibilidad erótica. Dentro de estos sumisos, hay algunos que no precisan de un Amo real que les exija estrictamente el control que piden. Su castidad es más autoimpuesta que exigida, y precisan de muy pocos estímulos para que la lleven a cabo de una forma admirable. 

En cambio hay otros para quienes la castidad es una prueba poco o nada interesante, pues basan el sacrificio de la sumisión en el orgasmo final que esperan conseguir después de una sesión. 

Por eso repito que el control de la castidad debe ser negociado y nunca impuesto unilateralmente, provocando la frustración del esclavo de forma irremediable. Toda práctica (y no solo el control de la castidad) debe ser acordada y ejecutada con lentitud, progresión y mesura. Haciendo siempre, además, un seguimiento preciso de los efectos físicos y emocionales que puedan originar en el esclavo.  

El control a través de un dispositivo o cb, al impedir físicamente el acceso, tal vez sea más efectivo que el control psicológico. Hay que señalar que el cepo en el rabo educa la actitud, pero no la crea. Una vez más, a través del control del cuerpo se educa la mente. El cb no es más que un complemento, una muleta y un apoyo que se le instala al sumiso para que cumpla su obligación de mantenerse casto. No hay que olvidar que por encima de cualquier aparato está la voluntad consciente de obedecer al Amo.

Quiero afirmar que el placer de este Dominante nace de provocar un estado más o menos prolongado de continuo deseo sexual. El placer del Amo reside en el displacer genital del esclavo. Y si la actitud del esclavo es real, él transformará esa frustración en orgullosa satisfacción por el deber cumplido. Porque, con la castidad, el esclavo entrega cada minuto de su deseo de ordeñarse al placer del Amo. Durante ese tiempo, el esclavo siente como se genera la lefa en sus pelotas  y cómo se acumula el deseo en su mente.

 En este sentido, el objetivo del dispositivo es reeducar, primero, la voluntad de proporcionarse placer sin el consentimiento del Amo, y segundo, la mera voluntad de proporcionarse placer por sí mismo, como si pudiera actuar como cualquier ser libre.

Por eso, el uso de acciones como “masturbarse” o “correrse” no son adecuadas en el caso del perro, porque esa acciones implican técnicas de placer que corresponden a sus Superiores. En última instancia el perro debe negarse a sí mismo ese placer físico porque en esa renuncia está el placer del Amo. El Amo se corre pero el esclavo, cuando tiene permiso para descargar, solo mancha. El Amo se masturba pero el perro solo se ordeña. 

Esta renuncia al placer no es fácil, y la dificultad de su ejecución depende de cada sumiso. No hay que olvidar que la extensión de esa renuncia debe ser negociada. Una vez establecida la duración del periodo de castidad, el Amo debe guiar al esclavo en el cumplimiento de ese objetivo apoyando y reconociendo la dedicación y la entrega. Reforzando positivamente el esfuerzo y el deseo de complacer. De esta manera el esclavo saldrá fortalecido como esclavo al entregar su castidad a su Propietario.

El esclavo debe interiorizar que el autoplacer no es una opción y asumir esa realidad no es fácil. 

Una actitud férrea en otros aspectos de la sumisión, como, por ejemplo, la resistencia al dolor, puede sucumbir ante la idea de que el placer genital no sea posible. En estos casos el uso del dispositivo es indispensable para entrenar la mente y el esclavo se acostumbre a las limitaciones que le son inherentes. 

El autocontrol sobre los límites del propio deseo es lo que determina la actitud y lo que debilita el ego. Hay que tener en cuenta que obligar unilateralmente a utilizar un dispositivo para garantizar el cumplimiento de una orden puede enmascarar una actitud débil. El esclavo debe ponerse el dispositivo de forma voluntaria como una parte de su entrenamiento y como una forma de fortalecerse como sumiso. Hacer cualquier cosa en contra de la voluntad consciente anula la esencia del bdsm. Además, el uso que se haga de un aparato de castidad debe ser responsable y seguro. Solo una utilización gradual, consciente y responsable puede fortalecer la actitud del esclavo. 

Una de las funciones del cuerpo del esclavo es la de ser un generador de lefa. La lefa como cualquier fluido del cuerpo precisa de un control riguroso y solo puede obtenerse cuando decida el Propietario. Una vez ordeñada, el uso que se haga de ella también es decisión del Amo. El Amo puede provocar sexualmente al sumiso siendo el catalizador de la excitación y por consiguiente del deseo de ordeñarse, pero es preciso que el Amo mantenga al perro en ese estado deseante como algo continuo para conseguir el objetivo que se persigue. El sumiso deberá descargar periódicamente siguiendo un calendario de ordeños, pero el hecho de ser ordeñado no implica necesariamente que el esclavo pueda experimentar un orgasmo. Existen técnicas como el milking, que facilitan lo primero, pero que impiden lo segundo.

Este control de la castidad, a medida que pasan los días y el deseo de ordeñarse se va volviendo más acuciante, va minando la voluntad del esclavo. La sumisión se acentúa, su dependencia del Amo se consolida, y poco a poco, se van aflojando sus resistencias naturales y se va transformando en lo que realmente desea ser, un esclavo del que se sienta orgulloso su Dueño, un perro protegido, cuidado y sobre todo, querido.


COMENTARIOS ANTIGUOS

Anonymous (2012-08-07 10:03:37) al iniciarme en este mundo no comprendía la casࢢdad más que como una forma especialmente molesta de hacer sufrir la esclavo. más tarde he entendido su relación con el grado de sumisión. como Vd. explica, su efecto va a depender del propio esclavo, pero en la mayor parte de los casos será úࢢl para su educación. y como muy bien explica el placer no es una opción para un esclavo, sólo hya una opción y se llama obediencia.

esclavobotas302001 (2012-08-16 12:04:25) esta entrada le ha parecido a este perro sencillamente brillante. muchas gracias por escribirla y felicidades por el blog. lo único que añoro es más entradas como esta.

Perro Ladrador (2012-09-12 01:37:56) Me ha gustado mucho esta entrada, creo que el autocontrol por la felicidad del Amo a mi me superaba y por eso nunca necesité nada similar... aunque me hubiera gustado. Es complicado pasar de "masturbarse", cosa que llevas haciendo toda la vida a "ordeñarse", pero con ganas todo se puede.

No soy consciente de como he llegado a su blog (soy nuevo en esto de los blog, he empezado hoy el mío y espero ir avanzando), pero me ha gustado mucho.

Un saludo... espero que me vea más por aquí.

Comentarios